martes, 22 de octubre de 2013

Del bien, del mal y de todo lo que queda en medio

¿Te has preguntado últimamente si tienes material para ser un maestro de ladrones? Yo lo hice, lo hago y lo haré siempre. Estaba sentada en la camioneta, como todos los días. Miraba la hora con ganas de ser yo la que llevara ese transporte a su destino con mayor rapidez. Una señora ya pasada de edad se sube; no puedo evitar que cierto pensamiento travieso ronde mi mente: ¿Acaso no estaba yo siendo una simple ratera más? Le estaba arrebatando a esa pobre señora algo que ella necesitaba y yo no. Vi los minutos pasar y a la señora seguir de pie, fue entonces cuando decidí levantarme y cederle el puesto. Le robé una sonrisa a la señora, le sobraban un par y me la dio; sin querer pero con gusto. Desde entonces tengo una “misión secreta”, siempre que pueda buscaría sentarme para que esas personas tuvieran un puesto seguro.

Un simple ladrón, incluso cuando no ejerce la mejor profesión, sigue siendo un humano cuando conserva algo de moral en él; pero eso es algo que también puede aplicarse a la inversa:  una persona cualquiera, al perder su moral, pierde su humanidad. Cada vez que pasamos al lado de una persona en apuros o nos reímos de la desgracia de alguien, nos parecemos un poco más a eso que tanto llegamos a juzgar. ¿Hasta qué punto podemos llegar, escudándonos en excusas vagas como “Yo no le hago daño a nadie”? De pedazo en pedazo vamos perdiendo lo que nos vuelve humanos y nadie hace nada por detenerlo.

Las pequeñas acciones cuentan mucho más de lo que creemos. Son ellas las que definen lo que somos. No se trata de “portarse bien” porque alguien superior nos pueda castigar, es hacer de este pensamiento un modo de vivir. Ir por la calle robando sonrisas a base de buenas acciones, dando a cambio todo aquello que nos sobre. No importa si se trata de un puesto en el bus o un par de monedas en el bolsillo. Roba y déjate robar día a día, muestra el maestro de ladrones que eres y enseña tu profesión a esos que aún siguen robando de la peor forma. Todos llevamos tenemos algo bueno y algo malo dentro, queda en nosotros decidir qué usar y cómo usarlo.