martes, 28 de mayo de 2013

Si tiene que ser, que sea.

Si existe un Dios, quiero creer que no nos creó a su imagen y semejanza. Prefiero pensar que el creó el mundo a su imagen y nosotros fuimos un error garrafal. Y ya que no tiene el valor para acabar con sus "creaciones accidentales", decidió dejarnos estar aquí con nuestro desastre. Si tengo que elegir, elijo soñar con un mundo donde no dependemos de la gracia de un ser supremo sino de nuestras propias decisiones. Lástima que la mayoría de estas decisiones pueden ser, siendo condescendientes, cuestionables.

La mejor forma de comparar el proceso de creación del mundo, a mi parecer, sería una Capilla Sixtina a la cual Miguel Ángel decidió agregar un detallito. Solo que este detalle llamado humano sobrevivió y arruina la obra más perfecta, el mundo. Cuando comprendamos que somos la punta de la pirámide solo por ser minoría y no por ser la especie dominante, los machos alfas; quizás en ese momento podamos llevar con orgullo nuestro lugar y darle el respeto que merece al resto del mundo y la naturaleza. 

Si existe un dios, espero que soporte las amargas lágrimas que provocamos con nuestros daños. Somos una puntita de todo lo que nos rodea, pero una puntita numerosa que puede hacer grandes cambios. Todo lo bueno que hagamos se refleja a gran escala y todo lo malo también. Decide. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Horror Vacui


¿Qué es el barroco? Parece una pregunta muy inocente e incluso fácil si tienes una idea general de la historia del arte. Pero ¿cómo haces si solo tienes una posibilidad para responder bien? Entonces tendrías que saber quién es el que pregunta, ¿estará feliz con tu respuesta vaga y básica de lo que es el barroco? Podrías decir que fue un momento en la línea del tiempo artística, no está del todo mal ni del todo bien. Wikipedia estaría orgullosa, El rincón del vago diría que eres el próximo Einstein. La dura mirada del interrogador dejaría tu alma por el suelo y tu brillante respuesta ya no parecería tan buena. Desesperado exprimes tu cerebro en busca de esa clase de Educación Artística a la cual no prestaste especial atención, nada.

Palabras sin sentido son balbuceadas en un vano intento de súplica, no sabes que va a pasar y eso, quizás, sea lo peor. De repente la obscuridad se adueña de ti, escuchas apenas que te dicen “Descúbrelo” y es lo último que oyes. Silencio total, sabes que estás soltando gritos solo porque tu garganta arde por el esfuerzo pero ni eso puedes sentir. O por lo menos gritas hasta que también eso te es arrebatado, un trapo es vilmente insertado en tu boca callando cualquier posibilidad de exigir que te suelten. Cegado, ensordecido, inmóvil. Luchar ya no es opción, ¿ahora qué? Te recuerdas que sigues vivo y con ese simple motivo respiras tan normalmente como puedes.

Al principio miles de pensamientos sucesivos pasan, una mancha borrosa. Con el tiempo ya la calma se apodera de ti. Sigues pensando porque eso es lo único que tienes, aunque por momento el caos vuelve y otra vez los pensamientos se abarrotan en la mente, llega la lucidez. O algo así. Recuerdos de la vida comienzan a deslizarse con suavidad, unos más claros que otros. ¿Acaso así se sentirá morir? Dicen que toda tu vida desfila frente a tus ojos pero siempre dudaste que fuera así, la muerte no puede ser tan bondadosa como para darte tiempo a recordar tu vida antes de morir, solo mueres y ya. Eso te lleva a pensar en la muerte, más específicamente en lo que pasa después. Tu familia nunca fue religiosa, gracias a dios, por lo cual desde que recuerdas has creído que no hay más allá ni paraíso ni nada. Quizás por eso le temes tanto a la muerte, algo que no admites en voz alta, te asusta morir y que todo termine allí.

Cuando ya tu mente está casi invadida con pensamientos mortuorios intentas rescatar algo bueno, una mirada o una sonrisa, un paisaje bonito, algo que aleje esos malos pensamientos. Aun no mueres, ya tus brazos y piernas son meros sacos que ni puedes sentir y el silencio presiona tus oídos causándote una jaqueca pero precisamente eso te da esperanza. La jaqueca es dolor y el dolor es vida. Piensas en el cielo, siempre te ha gustado verlo aunque no sea algo feliz, tampoco es algo triste. Sobre todo la inmensidad te hace estremecer, pensar que ese millar de pequeños puntos son solo una porción de todo lo que hay allá fuera es, en parte, aterrador así como fascinante. Al lado de todo eso, tu insignificante ser no es nada. Una pequeña hormiga en un mundo de gigantes.

¿Cuánto tiempo habrá pasado? ¿15 minutos, una hora, un día? El tiempo parece haberse detenido pero, otra vez, eso es improbable. El tiempo y la muerte no perdonan, ambos te persiguen y hacen de su estadía una cruel tortura. Normalmente escuchar el tic tac de un reloj te saca de tus casillas, odias sentir que te apuran. Pero ahora desearía que ese pequeño sonido fuese consuelo, así podrías decir que el tiempo pasa y ya falta poco para salir de eso. Aunque eso no suena bien tampoco, sigues sin saber la respuesta que en primer lugar te puso allí. Habías olvidado eso, pero tan pronto surge el pensamiento es rápidamente desechado. Hay tiempo para buscarla después. Siempre hay tiempo para hacer lo que podríamos hacer ahora, ¿verdad?

Siempre existió ese temor a la obscuridad y al silencio, a pesar de parecer infantil aún corres al apagar las luces por miedo. ¿Miedo a qué? ¿Miedo a lo desconocido? No, miedo a un desconocido en particular, el vacío. Nunca lo has vivido, no conoces alguien que lo haya vivido, no quieres vivirlo. Una frase de Lezama Lima resuena en tu mente “el vacío envía su primer grafía para quedar como el no aire. El aire que acostumbrábamos sentir ¿ver?”* Es hilarante que eso venga a ti justo ahora; cuando no puedes sentir, ver u oír nada. Pero eso no puede ser el vacío, no te da tanto miedo. Tus pensamientos y pausadas respiraciones te acompañan.

Otra vez tu cerebro trabaja a toda velocidad, rostros y momentos vuelven a desfilar sin compasión. Sientes miedo, más del que habías sentido hasta ahora. Tu cuerpo y tu mente te quieren decir algo pero no logras entender del todo. Solo sabes que no estás muy seguro de querer saber. Y así como todos los pensamientos vienen, con la velocidad del mejor caballo de carreras, así mismo se van. Y con estos se te olvida hasta respirar, por un breve instante no eres nada. Solo una amorfa masa de barro, a merced de cualquier par de manos dispuestas a hacer de ti lo que quieran. Incluso si lo que quieren es dejarte a un lado como ese ente extraño que eres y no eres.

Y en ese momento de claridad, como impulsada por la voluntad de una deidad, tu venda cae. El trapo que fue puesto en tu boca es removido y tu cuerpo es liberado. El aire entra a trompicones, la sangre fluye, la luz cegadora lastima y te hace doler. Dolor, vida, tiempo. ¿Qué es el barroco? Te preguntan sin darte tregua. Con voz ronca respondes: “El barroco soy yo” y eres libre.

*Lima, Lezama. Muerte del tiempo.

domingo, 12 de mayo de 2013

Adiós, mi querida infancia

Hoy viendo Toy Story 3 otra vez, luego de llorar otra vez caí en cuenta de algo. Nunca, que recuerde, tuve mi despedida de la niñez. Quizás sea porque nunca tuve una infancia muy normal o solo es mi mente jugando una jugarreta conmigo borrando esa información, el punto es que no recuerdo en algún momento de mi vida haber dicho adiós a la infancia. Andy un día, luego de postergarlo, tuvo que hacerlo. Guardó sus juguetes por mucho tiempo, sin siquiera usarlos, pero en el momento de tener que deshacerse de ellos no pudo. Separarse de su niño interno fue simplemente una posibilidad lejana... Hasta que dejo de serlo. Con algunos niños son los juguetes mientras con otros es el Ratón Pérez o Santa. Yo no recuerdo una despedida de mis juguetes, un "Santa/Ratón Pérez no existe", simplemente un día dejé de jugar y un día dejé de esperar por mi regalo de navidad y mi dinero bajo la almohada.

Quizás un momento que me "marcó" de niña a no-tan-niña fue el primer día de clases luego de mi hermano haberse graduado. No compartíamos en el colegio más allá del trayecto de ida o de vuelta; pero en el momento en que a mi mente cayó la plena conciencia de mi hermano ausente, no pude evitar las lágrimas. Al graduarme de secundaria no sentí mucho más de una modesta emoción. Al empezar en la universidad, igual. Y ya, eso fue todo. Ningún momento de trauma, nada. A veces siento esa nostalgia por el pasado pero no por la infancia como tal. Eso me hace preguntar ¿por qué? ¿Está algo mal conmigo? 

Luego pensé y pensé, buscando el error o defecto de fábrica que me hizo no tener mi momento "Andy despidiéndose de sus juguetes" y lo entendí. No hay ningún problema porque yo todavía no he desechado mis juguetes, no he desechado mi Santa o mi Ratón Pérez. Aún los tengo en mí. Soy una niña perdida en el país de nunca jamás. Y no malinterpreten mis palabras, una parte de mi siempre será así de infantil pero también soy una cuasi adulta. Lo mejor de dos mundos, la madurez de un viejo desde los ojos soñadores de un niño. No es algo que pueda, ni quiera, cambiar. Y si alguien me consultara una duda con respecto a botar sus juguetes o dejarlos en el ático o llevárselos a la universidad le diría: "Llévalos, siempre, en tu corazón." Y si en cambio me encuentro con alguien que ya se deshizo de su infancia, con mis niñerías le recordaré lo hermoso que es mirar todo con la magia propia de un niño.

jueves, 9 de mayo de 2013

First look of a blind

Todo fue obscuridad hasta que un día, en un suspiro, había luz. 
Nunca la he visto y no se como luce.
Así que no sabría decirte si eso era lo que llamaban luz.
Solamente sé que algo dentro de mi decía que eso tenía que ser, 
era hermosa. 
Necesitaba que eso tan maravilloso tuviera como nombre 
"Luz".

Y entonces, miré.

Imagina una pareja en pésimo estado bajo un puente. La mujer, claramente embarazada, fuma junto a él.

Quieres voltear, ¿verdad? Cada célula de tu cerebro pide a gritos que mires hacia otro lado, de repente la decoración a tu alrededor se vuelve sumamente interesante. No te sientas mal, no lo niegues, también me ha pasado.

Intenta un día obligarte a mirar. Yo lo hice hoy.

martes, 7 de mayo de 2013

Ser noble, ser héroe


Si hay un dicho que dice “Todos los caminos llevan a Roma” bien se podría decir que “Todos los caminos del intelecto llevan a Grecia”. Cuando comparamos la Grecia antigua con nuestra actualidad es fácil encontrar, a pesar de las grandes diferencias, también un cierto je ne sais quoi que nos puede recordar al mundo moderno. Esto se puede lograr solo después de quitarnos el chip “moral cristiano”, al ver con mayor profundidad esta rica civilización. Una vez conoces la cultura ya no hay vuelta atrás, es muy posible que termines cual colegiala enamorada. Una vez aceptados los términos y condiciones ya no podrás evitar entregarle tu alma a Grecia. Es prácticamente imposible evadirlo y a veces es mejor no resistirse. Lo bueno es bello y lo bello atrae.

Y así, ya profundamente enamorado de lo griego, comienza una red de fantasías y fascinaciones. Anhelamos por un segundo respirar el mismo aire de aquellos héroes nobles, compartir hecatombes, luchar para salir victorioso y discutir en el ágora. Así de ambiciosa es nuestra imaginación, nunca nos vemos junto a los plebeyos, siempre estamos con la crème de la crème. Pero si creemos que eso será fácil estamos muy equivocados. No basta con nacer en la nobleza para ser noble, ni siquiera ser hijo de un dios nos asegura nada. Esto apenas es el primer paso. Desde muy joven tienes que aprender ciertas conductas dignas de alguien de esa extirpe, hay que forjar el areté a base de palabras respaldadas por acciones.

Una persona cuya areté ya esté en su proceso de formación debe continuar hasta llegar a su perfección. Solo con grandes acciones y luego la muerte en una de estas se puede decir que se ha perfeccionado el areté. Y son estas las que demuestran el amor propio que se tiene como parte del aristos. Si lo bello es bueno, entonces el héroe que aspira a lo bello está aspirando a lo bueno. Algo que por derecho se merece, esto es clara muestra de la estima que se tiene como persona aretéica. ¿Y qué es más bello que la gloria y el renombre de un héroe que luchó y venció? Apropiarse de la belleza entonces sería dejar cualquier cosa material y no material para ganarse la gloria, pasar a la historia.

Apropiarse de la belleza es algo que quizás pueda ser logrado solo mediante las armas, en una grandiosa acción. Pero parte del forjamiento del areté antes de ser capaz de poder combatir es educarse para ser un adulto bueno. Un entrenamiento tanto físico como mental y espiritual. Ser un héroe es ser una moneda con dos caras, es ser tan bueno en un enfrentamiento lanza a lanza como en uno en el ágora con las palabras. Como todo en la Grecia clásica la educación, llamada psicagogia, adquiere también un matiz bello que no se puede encontrar en la actualidad. Las palabras con las que se educan son hermosas y artísticamente logran mover al futuro héroe. De la misma forma el maestro es también casi un artista y se le respeta, a él y sus consejos, como es debido.

Por esto cuando Atenea en la forma de Mentes da consejo a Telémaco este lo reconoce como una verdad absoluta. Con sus buenas formas, dignas de un noble, él escucha todo lo que tiene que decir y al notar la belleza en sus palabras algo dentro de sí se mueve a aceptarle. Si Atenea hubiese tomado la forma de un niño y hablado con palabras menos propias quizás la historia no hubiese ocurrido de la misma forma. Pero al tomar la forma de Mentes, siendo este un rey, surge ante Telémaco como una figura de mayor sabiduría; hecho que se confirma en cuanto comienza a referirle la solución a su problema con los pretendientes de su madre. Buscar imágenes de su padre, confirmar si está vivo o muerto y actuar con respecto a esto. En general, ponerse en acción. Al finalizar este consejo Telémaco dice “Me dices estas cosas de una manera tan benévola … que nunca jamás podré olvidarlas” Allí está la mayor muestra de belleza en las palabras de Atenea.

Otra vez Atenea, la cual hace figura principal de educadora en la Telemaquía, esta vez en la forma de Mentor lo aconseja a la hora de hablar con Nestor. Telémaco, asustado al ser un principiante teme cometer un error y parecer imprudente o fuera de lugar. Atenea, sabiamente, le recuerda de donde viene y como esto no pudo ocurrir sin el previo consentimiento de los dioses. Con este consejo le insta a en parte dejarse llevar por su mente y la ayuda divina. Además hace énfasis en recordar la hazaña de navegar, lo cual de por sí ya constituye una gran acción para un chico que hasta ahora no había hecho nada más que lamentarse en casa por su actual situación.

La Odisea desde un principio es una gran ironía. Odiseo es un héroe tan “raro” y tan novelesco que su historia no podía ser de otra forma. La primera gran ironía de la Telemaquía es la situación del mismo Odiseo, luego de 10 años de guerra y de ser la mente maestra del plan que pone fin a esta, termina varado en una isla a manos de una ninfa que se encaprichó con él. Y tras 7 años es puesto en libertad sin nada en su posesión y aun perdido lejos de su hogar, de Ítaca. La segunda ironía se encuentra en Telémaco, impulsado por consejo divino parte a buscar información de su padre. Pero lo hace a escondidas de su madre, cual muchacho que sale a festejar con sus amigos luego sin pedir permiso. Duda de su madre y necesita de su padre pero no hace más que lamentarse.

Quizás deberíamos ser más como un héroe griego en nuestro día a día. Formarnos para conseguir nuestros objetivos, ya no tanto con las armas sino con la palabra. Respetar los consejos que nos puedan dar cuando vengan de personas prudentes y respetar también al consejero que nos supera en conocimiento. Escuchar la voz de nuestra Atenea interna y nunca sentarnos a lamentar lo que nos ocurre. La única forma de cambiar lo que no nos gusta es adoptar una postura heroica, siempre con educación pero exigiendo el lugar que como buenos humanos nos corresponde. Hablar y que nuestras acciones sean consecuentes. Salgamos a la calle a apropiarnos de la belleza, con la sabia psicagogia de nuestros mentores y riéndonos de las ironías que nos presenta la vida.