jueves, 11 de abril de 2013

Diario de un artista indignado

Escrito el 15 de junio de 2012.

Esto es un ensayo que nos mandaron a escribir en historia del arte, se supone que teníamos que hablar del cambio que hubo del siglo XIX al XX en el arte y esto salió.

¿Qué harías si una máquina llegara a realizar el trabajo que tanto esfuerzo te tomó aprender mucho mejor de lo que nunca podrías hacerlo? ¿Acaso estos extraños inventos te reemplazarán o por el contrario actuarán en tu beneficio? Estas y otras preguntas se plantean con la llegada de la industrialización a pesar del momentáneo cegamiento que produce un avance como los ocurridos en esta época de cambio.

Y esto no excluye a todos aquellos artistas que en un inicio no pueden evitar sorprenderse de esta cosa llamada fotografía. ¿Cómo después de tantos años de práctica por lograr una técnica perfecta ahora un completo desconocido llega a decir que descubrió una forma de captar la realidad que anhelaste y perseguiste? Parece incluso un poco injusto visto de esa forma.

De repente todo el mundo desea una foto, para uso personal, para regalar, para vender ¿quién sabe? ¿En donde quedaron todos aquellos reyes y reinas pidiendo cuadros de escenas pomposas y lejanas a la realidad? ¿Y los héroes de guerra que con tanto ahínco y razonamiento enaltecían sus proezas? ¿Ahora nadie desea un cuadro de un bello pero ambiguo paisaje que despierte sus emociones?

Sin duda tanto cambio confunde, vivir en el tranquilo campo ya no es suficiente para llevar una vida plena pero la ciudad se contamina cada vez un poco más con esas monstruosas fábricas. El dinero gobierna las vidas de todos y cada vez parece estar más escaso. Progreso aparentemente no es sinónimo de bienestar pero el tiempo parece ir demasiado rápido como para detenerlo.

Quizás acoplarse a esta locura llamada avance sea lo mejor, conseguir una bonita cámara y tomar fotos de la realidad es lo que quiere la sociedad. Eso hay que darle. Olvidar la pintura no suena bien, ¿pueden coexistir ambos mundos? Las fotos se parecen mucho a unas que ya se han visto antes, entender el gusto por esto es difícil pero es lo que da algo de dinero para subsistir.

Las calles cada vez se ven más pobres y la gente más descontenta, el mundo sigue cambiando y seguirle el ritmo parece imposible. Debe haber alguna forma de alzar la voz sobre esta marea de tecnología. Las fotografías no son suficiente. Una técnica como esa nunca será alcanzada por manos humanas y es verdad que el lente de la cámara lo capta todo, sin ojos humanos perturbando o alterando su enfoque. Pero es eso lo que descontenta, ¿acaso ahora el mundo se rodeará de imágenes de una máquina olvidando la visión del artista?

Atrás quedó la fascinación por lo novedoso, todo lo que queda son dudas. Es necesario devolver la humanidad a este mundo industrial, cueste lo que cueste. Nada de estado, religión o reyes. Lo social es lo que se debe representar, destrucción, guerras, pobreza y muerte se viven día a día y nadie busca protestar sino seguir la corriente. Llegó la hora de regresar al pincel y el lienzo y gritar basta a través del arte.

Tal vez una voz no sea escuchada y es posible que esta lucha termine tan rápido como el tiempo que pasa sobre todos pero quedarse callado y bajar la cabeza no es opción. Con suerte otros se unirán y una masa se formará y ya no se podrá ignorar. El arte no es solo una excelente técnica sino también un mensaje que la respalde.

¿De qué sirve tanta tecnología si se pierde la humanidad? ¿De qué sirve la técnica si nadie opina realmente nada? Los artistas nacieron para expresar y eso se debe hacer. Si desean utilizar como recurso aquellas modernidades no está mal pero nunca hay que olvidar que todo comenzó con una mezcla de pigmentos, una superficie y una idea a representar.

Parece una idea absurda pero quizás en un futuro no muy lejano cuando una persona vea un cuadro la admiración ilumine sus ojos y la duda aparezca en sus mentes. Se preguntarán que quiso decir ese artista, que veía en ese momento y que se oculta detrás de esos trazos. Vale la pena, solo por eso, intentar.

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